"La proyección para este año es duplicar la cantidad de chicos que vienen al campamento respecto al año pasado", señaló Oscar Minteguía, secretario de Desarrollo Social.
Hasta noviembre, cada semana se lleva a cabo un campamento con alrededor de 80 alumnos, que disfrutan de juegos al aire libre -incluidos tirolesa y puente colgante-, caminatas y fogones. Además, llevan adelante tareas comunitarias divididas en grupos, como armar las carpas, servir la comida, juntar leña y escribir un diario del campamento.
Las tareas son rotativas, con el objetivo de que durante las dos jornadas todos los chicos participen de los deberes comunitarios, dado que el eje fundamental del ciclo es incentivar el contacto con la naturaleza y las buenas costumbres como compartir, convivir y respetarse.
Cada encuentro cuenta con el trabajo de seis profesores de educación física especializados en actividades al aire libre, además del director del campamento, personal de logística y de cocina.
El Municipio se encarga además de todos los elementos necesarios -carpas, aislantes térmicos, ollas, material de limpieza, botiquín, entre otros-, y brinda desayuno, almuerzo, merienda y cena a los chicos que participan. Asimismo, dispone de los micros para el traslado de los alumnos.
La iniciativa, que el año pasado reunió a 1.500 estudiantes, es llevada a cabo por la Secretaría de Desarrollo Social y la Subsecretaría de Educación, con el fin de promover la valoración del medio ambiente y la incorporación de actitudes comunitarias.
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